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La Batalla de Atapuerca y los reyes asesinados

La Batalla de Atapuerca

En el año 1035, a la muerte del rey Sancho el Mayor de Navarra –quien había acuñado una moneda con el título de ‘emperador de las Españas’- se dividieron sus extensos territorios entre los herederos. Uno de ellos era el primogénito, García Sánchez III de Navarra, conocido como ‘el de Nájera’ por ser esa su capital. El segundo hijo, Fernando, recibió el condado de Castilla. Al comienzo de sus reinados, García ayudó a su hermano a resistir los ataques del rey Bermudo III de León –hermano de la esposa de Fernando- llegando a propiciar la muerte de Bermudo en la batalla de Tamarón. A raíz del fallecimiento del rey leonés, la esposa de Fernando heredó ese reino, pasando éste a ser el monarca efectivo. A partir de ese momento, el vástago ‘segundón’ pasó a superar en territorios y poder al primogénito, invirtiéndose la relación de fuerzas y dando lugar a la Batalla de Atapuerca.

El 1 de septiembre de 1054, ambos reyes se encontraban con sus respectivos ejércitos, frente a frente, en la llanura sur de la sierra de Atapuerca. El enfrentamiento entre hermanos comenzó a gestarse unos años antes, cuando Fernando viajó a Nájera para visitar a su hermano enfermo y éste le trató de forma vejatoria. Cuando, arrepentido, García le devolvió la visita con el fin de restablecer la relación, Fernando lo encerró. Tras conseguir escapar y regresar a Navarra, García convocó al tercer hermano –Ramiro I de Aragón, que era vasallo suyo- para que atacasen juntos a Fernando. Los intentos del capellán del rey navarro – Íñigo, abad de Oña y futuro santo- por reconciliarles, fueron vanos.

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La Batalla de Atapuerca

En el curso de la Batalla de Atapuerca, el rey García Sánchez III fue muerto ‘de forma alevosa’ por unos caballeros leoneses, parientes del fallecido rey Bermudo. Según la crónica de Nájera, estos leoneses habían desobedecido la orden de su rey de no luchar directamente con García para forzar su rendición. García falleció en los brazos de su capellán, en un lugar conocido como Prado Redondo, al suroeste del pueblo de Agés. El rey Fernando mandó trasladar una enorme piedra a dicho sitio para que quedase señalado. Detenido el combate por la muerte del rey pamplonés, los nobles vasallos de García se reunieron en el mismo campo de la Batalla de Atapuerca con su heredero de solo 14 años, al que proclamaron rey de Navarra con el nombre de Sáncho Garcés IV. Los nobles navarros velaron el cadáver allí mismo, trasladándolo en procesión hasta el panteón de la gran basílica de Santa María la Real de Nájera, por él edificada.

El jovencísimo rey de Navarra perdió con la guerra los territorios fronterizos con Castilla, así como a los nobles de esa zona. En las siguientes décadas el joven rey se las arregló para ir equilibrando su relación con su tío Fernando y con sus sucesores, su primo Sancho II ‘El Fuerte’ y el hermano de éste – y por ello, también primo carnal- Alfonso VI. Lo que no consiguió García es acabar con las intrigas de sus siete hermanos, emparentados con numerosos magnates. Además, su decisión de no atacar al reino taifa de Zaragoza a cambio de un suculento pago anual le supuso grandes riquezas; pero también le indispuso con una nobleza ávida de botín, y con tiempo y motivos para participar en conspiraciones.

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La Batalla de Atapuerca

En 1076, cuando el rey se encontraba cazando en la altiplanicie que domina el pueblo de Funes, Sancho Garcés IV fue empujado al barranco de Peñalén por sus hermanos Ramón y Ermesinda. Confiando en el apoyo de los magnates que eran sus cómplices, el fratricida Ramón se dirigió a Pamplona con el fin de ser proclamado rey; pero no lo consiguió. Tampoco prosperó el intento de coronar al hijo mayor del difunto. Su primo Sáncho V Ramírez -rey de Aragón- fue el elegido por la nobleza navarra, en tanto que el otro primo –Alfonso VI de Castilla y León– consiguió el dominio sobre territorios riojanos y vascos.

Batalla de Atapuerca
Barranco de Peñalén