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Los maravillosos jardines del ‘Versalles español’

Quinta de Cudillero, Los maravillosos jardines del ‘Versalles español’

«Hay que cultivar nuestro jardín», concluyó el filosofo francés Voltaire en su obra Cándido. Es decir, por muy mal que esté el mundo, podemos mejorar el entorno con trabajo y esfuerzo, creando nuestro propio paraíso. Esto es justamente lo que hicieron los hermanos Selgas, fundadores del extraordinario conjunto arquitectónico y paisajístico de La Quinta, que cuenta con un bello jardín, precioso en otoño, en el pueblo asturiano de Cudillero. Tanto es así, que hay quienes lo han apodado el ‘Versalles español’.

El parque se localiza en el pueblo natal de los hermanos, en la costa asturiana, lejos de los grandes centros artísticos. Su función se concibió no sólo para el cultivo del espíritu y el deleite de sus autores, sino también para el servicio a la sociedad. Su lema era «Facilitar la cultura es hacer patria».

El pequeño paraíso de los hermanos Sengal

El conjunto, construido entre 1880 y 1895, es la obra de un tándem excepcional formado por los hermanos Ezequiel (1828-1909) y Fortunato Selgas (1839-1921), nacidos en una acomodada familia de Cudillero.

El mayor, Ezequiel, se trasladó a Madrid, donde gracias a los negocios y la banca consiguió amasar una enorme fortuna en poco tiempo. Esto le permitió a su hermano pequeño, Fortunato, recibir una exquisita educación humanista y que se dedicara a las Bellas Artes. De hecho, Fortunato es el verdadero autor del proyecto arquitectónico de La Quinta, de diseño historicista (aunque otro arquitecto amigo firmó por él para darle validez legal). También ideó el primer trazado del jardín, en total consonancia con el estilo ecléctico de los edificios.

Gracias a sus frecuentes viajes al extranjero, sobre todo a París, los hermanos Selgas estaban al tanto de las últimas corrientes tanto en arquitectura como en paisajismo. Ezequiel empezó, ya en 1860, a comprar obras de arte para la magnífica colección. Hoy en día las piezas de esta colección se exhiben en el palacio de La Quinta de Cudillero, residencia veraniega de la familia hasta la muerte de la última descendiente en 1992. En esta fecha el conjunto pasó a ser propiedad de la Fundación Selgas-Fagalde, que lo conserva exactamente como era.

Este admirable estado de conservación de La Quinta de Cudillero caracteriza también a sus jardines, cuyo aspecto es fiel a su trazado original. La Fundación no ha introducido ningún elemento nuevo y limita su labor a conservar, y si fuera necesario, reponer plantas de la misma especie y variedad. Podríamos decir que el jardín de La Quinta es una verdadera pieza de museo, un tesoro vivo del pasado.

Otros artistas que participaron en la creación de La Quinta

Junto a Fortunato Selgas, intervinieron en su trazado dos proyectistas franceses, primero el maestro Grandpont y, más tarde, Jean Pierre Rigoreau. Como era habitual en la  época, el jardín de La Quinta es la suma de varios jardines, cada uno con identidad propia, que siguen las tradiciones francesas, italianas e inglesas. Transmiten las impresiones que los hermanos acumularon durante sus numerosos viajes al extranjero.

Los diferentes jardines de la Quinta de Cudillero

Quinta de Cudillero
Quinta de Cudillero. | Shutterstock

Lo primero que llama la atención, ya desde fuera, es la gran avenida ajardinada que se extiende delante de la fachada sur del palacio como una gran alfombra verde. En verano se decora con flores de temporada. Es le tapis vert versallesco, cuya horizontalidad contrasta con los muros verticales de la Camellia japónica de los laterales. De esta manera se refuerza el efecto de perspectiva y se crea un marco monumental para la fachada del edificio, que es el punto de fuga de la composición. Fiel al modelo barroco francés, el espacio se pobló con esculturas, jarrones y fuentes.

Si el jardín francés es abierto y dinámico, el jardín italiano, situado en la parte posterior del palacio, se distingue por ser recogido e íntimo, delimitado por edificios en los cuatro costados. Este jardín, con un estanque bajo en su centro, está determinado por los elementos arquitectónicos, como escalinatas, muros, balaustradas y terrazas.

En la zona este de La Quinta de Cudillero se encuentra el jardín inglés. Este se caracteriza por las líneas irregulares y composiciones de grupos de árboles exóticos, junto a grandes espacios libres de pradera. El protagonista en este ambiente es el agua, que en forma de cimbreante río va formando lagos. Para completar el escenario romántico, se levantó un templete clásico, que corona una gruta realizada en piedra artificial y provista de curiosos acuarios. Pasear por aquí significa sentir la majestuosidad de los árboles, criaturas opulentas del clima húmedo y suave de este bendito rincón lluvioso del norte de España.

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