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Valverde de la Vera / Los Empalaos

Los Empalaos

En la madrugada del Jueves Santo, los famosos “empalaos” recorren silentes Valverde de la Vera.

En la pequeña localidad cacereña Valverde de la Vera, el Jueves Santo tiene un carácter especial debido a una antigua tradición que se perpetúa cada año. Se trata de los “empalaos”, hombres con los brazos atados a un palo de castaño (antiguamente se trataba del timón de un arado) mediante fuertes sogas, con faldón y velo que les cubre la cara, con corona de espinas y dos espadas cruzadas a la espalda.

Este acontecimiento es uno de los más célebres de España, ha sido plasmado por célebres fotógrafos y pintores, y es el más emblemático de Valverde de la Vera. Las primeras alusiones escritas a esta tradición datan de 1522, aunque se sabe que sus orígenes se remontan a mucho antes, allá por el siglo X.

Los Empalaos

Los vecinos que deciden empalarse lo hacen movidos por una ofrenda personal, por una promesa hecha ante Dios o ante la Cofradía, la cual pagan con esta poderosa penitencia.

La preparación de los empalaos es todo un ritual. Los penitentes se visten y ensogan dentro del recogimiento familiar, con la mayor de las devociones. A partir de las 12 de la noche, el empalao ya totalmente preparado puede salir a las calles de Valverde para comenzar con su recorrido.

Desde ese momento, partiendo de un lugar que se suele mantener en secreto, se lanzan a realizar su particular Via Crucis de 14 estaciones, marcadas con cruces, por toda la población a oscuras (pues las farolas se apagan para conservar la magia de esta tradición, que se celebraba ya antes de la llegada de la luz eléctrica).

Únicamente les alumbrará en su camino la luz de un cirineo, un miembro del núcleo familiar, quien sigue silenciosamente al penitente junto al resto de la familia, envueltos en mantas oscuras.

Los Empalaos

Es difícil explicar la emoción resultante de la contemplación de una tradición tan antigua y fervorosa como ésta. Los empalaos tienen como tarea arrodillarse y orar delante de cada una de las 14 cruces que componen su camino, que recorren libremente, así como ante cada empalao que encuentre a su paso.

Los que observan esta manifestación de la fe guardan respetuoso silencio durante toda la noche, en la que sólo se pueden escuchar los tintineos de las vilortas (abrazaderas de hierro en forma de aro de los arados) que penden de los palos. Sin duda, un acontecimiento místico y sagrado, en el que reina el respeto por la tradición y del que se puede ser partícipe acercándose hasta este pequeño rincón de la Vera en la fecha indicada. Cada año atrae a viajeros de toda España e incuso del extranjero.