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El Motín de Aranjuez

El Motín de Aranjuez

A comienzos de 1808 la Corte española se encontraba muy enfrentada por dos bandos antagónicos: el formado por los reyes y su primer ministro Manuel Godoy, y el integrado por el príncipe heredero Fernando, su confesor Escoiquiz y un grupo de nobles conocidos como “la camarilla”. Éste segundo grupo pretendía que el rey abdicara en favor de su hijo primogénito. Unos meses antes, los miembros de la camarilla del príncipe habían sido sometidos al Proceso de El Escorial, siendo todos ellos absueltos (Véase página con esta historia).

retrato manuel godoy por goya
Detalle del retrato de Godoy (Goya, Museo del Prado)

Las tropas de Napoleón estaban repartidas por gran parte de España; por lo que las tropas francesas controlaban de hecho el país. Manuel Godoy intentaba convencer a los reyes para que escaparan de La Corte y se fugaran a México, donde podrían recuperar la libertad de movimientos. Como primer paso, Godoy consiguió que el 15 de marzo los reyes abandonaran el palacio de El Escorial y se dirigieran hacia Sevilla; la excusa que habían empleado era pasar allí la primavera, como habían hecho en otras ocasiones. Al día siguiente los monarcas y Godoy llegaron a Aranjuez. Los reyes se hospedaron en su palacio en tanto que el valido se quedó en el palacio que allí tenía.

El Motín de Aranjuez
La Condesa de Chinchón (Goya, Museo del Prado)

A Godoy le acompañaban en el viaje su amante Pepita Tudó, su esposa María Teresa de Borbón (condesa de Chinchón) y la hija que había tenido con esta última. A su llegada a Aranjuez, Manuel Godoy fue informado por sus espías de que los miembros de la “camarilla” del príncipe Fernando estaban preparando un motín. Al atardecer del día 16 Godoy se acercó a Palacio para informar a los reyes.

Envalentonado por su creencia de que el descubrimiento del complot de El Escorial se había debido a la protección divina, y que esta iba a continuar, Carlos IV le contestó así a Godoy: “Duerme en paz por esta noche, Manuel mío, yo soy tu escudo, y lo seré toda la vida”. Célebre frase que impidió abortar a tiempo el motín e Aranjuez, y que esta historia hubiera sido muy distinta.

El motín de Aranjuez comenzó durante la noche del día 17, cuando una turba de agitadores liderada por el conde de Teba —que empleaba el alias de “tío Pedro” para identificarse entre sus secuaces— asaltó el palacio de Manuel Godoy. Los amotinados no encontraron al Valido, solo a sus dos mujeres y a su hija a quienes llevaron entre muestras de entusiasmo al Palacio del Rey. De su infeliz esposa gritaban: “¡Viva la inocente! ¡Viva la cándida Paloma!” (por la condesa de Chinchón) delante de su rival, Pepita Tudó. Como muestra de que el objetivo de la rebelión era solo Gogoy, al llegar a palacio le entregaron a la Guardia Real a las dos aterrorizadas mujeres y a la niña.

El Motín de Aranjuez

A la mañana del día 19 de marzo Godoy fue encontrado por los amotinados escondido en una dependencia de su palacio. Entre golpes de la multitud el odiado gobernante fue llevado al Cuartel de la Guardia de Corps, que estaba controlado por partidarios del príncipe Fernando. Ese mismo día se produjo una negociación entre el rey Carlos IV y los partidarios de su hijo después de la cual el viejo rey abdicó en favor de Fernando, poniendo como principal condición que se respetara la vida de Godoy.

La defenestración del valido Godoy fue acogida con muestras de júbilo general por todo el reino. Se celebraron Te Deum de acción de gracias, se quemaron efigies suyas y se multiplicaron aún más –esta vez públicamente– los escritos satíricos contra él. Muchos le compararon con Nerón y con otros tiranos de tiempos pasados.

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Varios colaboradores de Godoy también padecieron el asalto y saqueo de sus casas en tanto que algunos de los altos dignatarios que habían perdido sus cargos por oponérsele, los recuperaron. Uno de estos –el conde del Pinar– recibió el encargo de procesar al propio Godoy por múltiples cargos.

El hasta entonces príncipe Fernando era, a partir de ese momento, rey de España, aunque no contaba todavía con el reconocimiento de Napoleón. Para conseguir atraerse el favor de Bonaparte, el nuevo rey incluso estuvo dispuesto a hacer importantes concesiones que tranquilizaran a los franceses. Primero cedió la custodia de sus padres al general Murat (que tenía sus tropas en las cercanías de Madrid). También autorizó a los franceses de Murat para que entraran en la capital –algo que hasta entonces se había evitado, con el fin de evitar disturbios–.

General Murat
General Murat

Por eso, cuando el 23 de marzo los franceses entraron en la capital, el pueblo de Madrid los recibió como amigos; no como tropas de ocupación. Poco después el general Murat trasladó al rey dimisionario y a su esposa a Francia.

El motín de Aranjuez provocó la total fractura de la Familia Real. Su carácter organizado (por los propios partidarios de Fernando) y la violencia empleada posibilitaban que se suscitasen dudas acerca de la legitimidad de la renuncia de Carlos IV (pues esta había sido hecha bajo presión). Al añadirse a eso la presencia de tropas francesas por todo el país, el inicio del reinado de Fernando VII se realizó desde una posición de máxima debilidad. El era muy consciente de ello, y estaba muy preocupado por lo que sus padres le pudieran decir a Napoleón. La voluntad del Emperador podía privarle del trono en cualquier momento.

Por esa razón, al poco de acceder al trono ya pensaba el nuevo Rey en ir a Francia a hablar con Napoleón.

La historia continúa con la página de la Insurrección de Vitoria.

Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier