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Una abdicación embarazosa

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Ver la historia previa sobre el enamoramiento de la reina viuda María Cristina.

El 12 de octubre de 1840, a las ocho de la tarde, la reina gobernadora María Cristina de Borbón Dos Sicilias leía un discurso en el que renunciaba a la guardia y custodia de las dos hijas que había tenido con su primer marido —el rey Fernando VII—: la Princesa de Asturias  (futura reina Isabel II) y la infanta Luisa Fernanda. Ambas quedaban a partir de entonces bajo la custodia del Gobierno de España.

reina gobernadora
Agustin Fernando Munoz
Agustín Fernando Muñoz

Tan conmovedor acto tuvo lugar en el salón principal del Palacio de Cervelló, en la ciudad de Valencia. Cinco días después —el 17 de octubre de 1840— la antigua regente María Cristina abrazó a las dos hijas que dejaba en España. Ambas niñas, llorosas y sin entender bien lo que estaba ocurriendo, la vieron partir con su padrastro —Agustín Fernando Muñoz— y con sus cinco hermanastros.
Ese mismo día el señor Muñoz, la antigua reina y sus cinco hijos embarcaron en el vapor Mercurio, rumbo al puerto francés de Marsella.

Esta ruptura familiar sin precedentes en la larga historia de la monarquía española se debió a la novelesca vida personal de la joven viuda. La reina regente había contraído un segundo matrimonio que no se hizo público para tratar de impedir el escándalo público. Esa “boda secreta”  lo era debido a la personalidad del marido; se trataba de un sargento de su guardia corps (alabardero) sin linaje ni instrucción que pudiera ser socialmente admisible por la opinión pública de la época. Además, el Sr. Muñoz se fue tomando crecientes libertades en términos económicos y honoríficos, inmiscuyéndose en materias políticas, hasta ser apodado socarronamente «Fernando Octavo».

reina gobernadora

Además en el norte de España todavía quedaban algunos focos de la guerra civil que desde hacía siete años mantenían los liberales partidarios de María Cristina —llamados a veces «cristinos»— y los partidarios del Infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII y cuñado de María Cristina —denominados popularmente «carlistas».

El Gobierno controlado por los liberales progresistas pensaba que para apaciguar a los carlistas y acabar con la guerra era menester alejar del país a un matrimonio que habían generado un enorme escándalo entre los elementos clericales del país.

Carlos de Borbon
Carlos de Borbón

La reina “casada en secreto y embarazada en público” había propiciado unos famosos versos repetidos hasta la saciedad por los soldados carlistas para demostrar la hipocresía de la Familia Real, descalificando a la Regente y al gobierno que la sostenía en el trono:

“Clamaban los liberales
Que la reina no paría
Y ha parido más muñoces
Que liberales había!”

Regente Maria Cristina de Borbon
Regente María Cristina de Borbón

Otro importante motivo para forzar al matrimonio Muñoz – Borbón a abandonar el país fue la resistencia de la regente a los impulsos renovadores del partido liberal progresista; ya que María Cristina trató de gobernar apoyándose en los liberales moderados. El grupo de generales predominante estaba liderado por el generalísimo Espartero, y era de ideología liberal progresista. La reina regente era el último obstáculo para que el general Espartero monopolizara el poder en España.

El generalísimo progresista se encontraba en ese momento en la cumbre de su prestigio a causa de sus éxitos militares.

En septiembre del año anterior, había protagonizado el Convenio de Oñate y el Abrazo de Bergara, poniendo fin a la guerra en el País Vasco y Navarra y a primeros de julio había conquistado el último bastión carlista en Cataluña: Berga.

En el verano de 1840 el flamante duque de Morella y caballero del Toisón de Oro se dispuso a modificar la situación institucional de España. Para tratar de forzar la situación política según su criterio, el 15 de julio dimitió de su cargo de general en jefe del ejército; dimisión que no fue aceptada por la reina regente. Ese gesto de reprobación de Espartero hacia María Cristina creó el ambiente para que los radicales se amotinaran en Barcelona y Madrid en contra de la aprobación de una ley de ayuntamientos que consideraban contraria a la Constitución.

Sin influencia sobre las tropas, desde el valenciano Palacio de Cervello la regente debió de pedir al propio Espartero para que marchase con sus tropas hacia Madrid y restableciera el orden. Desde la amotinada Barcelona, el 7 de septiembre, el general respondió, negándose a asumir dicha responsabilidad. Por su propia cuenta Espartero se trasladó a Madrid, donde se reunió con los amotinados; estos le expresaron su deseo de que protagonizara el golpe institucional que eliminara toda oposición: que asumiera la regencia y que suprimiera el Senado (la cámara legislativa dominada por los liberales moderados).

general espartero
General Espartero

La Reina llamó a Espartero a Valencia para tratar de negociar con el. El general se presentó en la ciudad el 9 de octubre con una lista de los ministros que deseaba nombrar para el gobierno que iba a presidir. María Cristina aprobó la propuesta que le presentó Espartero. Pero cuando éste se disponía a marcharse, cambió de opinión y le planteó una nueva exigencia: que la Reina renunciase a la regencia y dejase la protección de sus hijas en manos del Presidente del Consejo de Ministros (que era el mismo). Tres días después la regente pronunciaba en el Palacio de Cervellón el histórico discurso de renuncia y dejaba a sus hijas en manos de Espartero.

Agustin Arguelles
Agustín Argüelles

En los meses siguientes se produjeron unas elecciones a Cortes. La reciente victoria sobre los carlistas, el exilio de María Cristina y la presión revolucionaria de los liberales progresistas, apoyada por un probable fraude electoral masivo propiciaron la mayoría electoral más abrumadora de la historia de España. Todos los miembros elegidos para las Cortes habían concurrido en las listas del partido ganador —los liberales progresistas de Espartero— excepto tres diputados de la “oposición”. Una dictadura con apariencia de democracia. El 10 de mayo de 1841 Espartero juró el cargo de presidente del Consejo de Ministros. Agustín Argüelles, que fue designado por Espartero presidente de las Cortes, fue nombrado tutor de la princesa de Asturias y encargado de su educación.

Texto de Ignacio Suarez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier