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Cómo vivir la esencia de la fiesta medieval de San Fermín

Cómo vivir la esencia de la fiesta medieval de San Fermín

Los Sanfermines son una mezcla explosiva de diversión con tradición religiosa y popular que ha conseguido colocar a Pamplona en el mapa internacional. Sus orígenes se remontan a 1591, cuando el Ayuntamiento y el Cabildo de Pamplona deciden, por motivos climatológicos, cambiar la fecha de los actos religiosos y feriales que se celebraban en octubre en honor a San Fermín.

La fecha escogida fue el 7 de julio haciendo así coincidir los días en honor al santo con otra feria que se celebraba entonces y en la que cobraban especial protagonismo las corridas de toros. Desde entonces, tradición, religiosidad y desenfreno han ido siempre de la mano, configurando poco a poco un programa festivo que adquirió fama internacional a partir de la publicación en 1926 de la novela The sun also rises (Fiesta en su edición de España) del estadounidense Ernest Hemingway, el más ilustre embajador de los Sanfermines.

El día 6 de julio a mediodía tiene lugar el acto inaugural de las fiestas, el Chupinazo. Tiempo antes de la hora señalada, la multitud se congrega en la plaza, frente al Ayuntamiento, en espera de que un concejal municipal lance el cohete que dará comienzo a los Sanfermines. Antes de encender el cohete, el encargado de hacerlo repetirá las palabras que, desde 1941, acompañan el acto: “Pamploneses, pamplonesas, ¡Viva San Fermín! Gora San Fermín!” Entonces, la multitud estalla en medio de una juerga continuada que no cesa hasta la noche del día 14.

Celebración del Chupinazo en Pamplona
Celebración del Chupinazo en Pamplona. | Shutterstock

El atuendo popular de la fiesta es la ropa blanca (que poco a poco va tiñéndose del color de diversas bebidas alcohólicas) y el pañuelo rojo. Cuenta la tradición que este pañuelo debe permanecer alrededor del cuello mientras dure la fiesta, por lo que hasta el estallido del chupinazo es habitual llevarlo atado a la muñeca o anudado al cinturón. El tono rojo proviene de la tradición eclesiástica de vestir dicho color durante los oficios en honor a santos mártires que hayan muerto por sus creencias, como es el caso de San Fermín.

El acto más famoso de San Fermín y, tal vez, el que mejor defina el carácter de la fiesta en la actualidad son los Encierros. Todas las mañanas desde el día 7 tiene lugar esta tradición que se remonta a la Edad Media, cuando los pastores eran ayudados por mozos de Pamplona a conducir las reses para las corridas hasta la Plaza del Castillo, primer coso taurino de la ciudad. Esta actividad, llamada “entrada” en sus inicios, pasó a formar parte del programa festivo como espectáculo y acto popular cuando, a mediados del siglo XIX, los mozos que acompañaban a los pastores comenzaron a correr delante de los toros en lugar de acompañarlos por la retaguardia y los laterales.

El encierro tiene lugar a las 8 de la mañana y recorre poco más de medio kilómetro desde la Cuesta de Santo Domingo hasta la Plaza de Toros. Poco antes de comenzar, los mozos que participan en él entonan varias veces al santo el famoso canto de protección que dice así: “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro y nos dé su bendición”. El encierro, que no suele durar más de tres minutos, termina con la entrada de las reses (seis toros salvajes y seis cabestros) en los corrales de la Plaza de Toros. A continuación tiene lugar una suelta de vaquillas. Todas las tardes desde el mismo día 7 se celebra una corrida de toros perteneciente al programa de la Feria Taurina de San Fermín.

Plaza de Toros de Pamplona
Plaza de Toros de Pamplona. | Shutterstock

El día 7 tiene lugar la Procesión de San Fermín, uno de los actos de mayor afluencia popular de las fiestas. A las diez de la mañana, la Corporación Municipal (vestida de gala y acompañada por músicos, gigantes y de más comitiva) se dirige a la Catedral en busca del Cabildo para ir posteriormente hasta la Iglesia de San Lorenzo a recoger la imagen de San Fermín. Durante una hora y media, la procesión recorre las principales calles del casco histórico efectuando breves paradas, o “momenticos”, en los que se hacen diferentes honores al santo. El más famoso de los “momenticos” tiene lugar junto al atrio de la Catedral, al final de la procesión, cuando la Corporación Municipal despide al Cabildo y los gigantes bailan.

Pamplona cuenta en su Comparsa de Gigantes y Cabezudos con uno de los principales atractivos de sus fiestas. Esta institución centenaria aglutina a un total de veinticinco figuras repartidas entre Gigantes, Cabezudos, Kilikis (de menor tamaño que los cabezudos, tocados con tricornio y armados con una vara de gomaespuma) y Zaldikos (jinetes también armados con la misma vara que los kilikis). Todos los días tiene lugar un desfile de la comparsa por las calles de Pamplona.

Cabezudos en las fiestas de San Fermín
Cabezudos en las fiestas de San Fermín. | Shutterstock

Entre los actos históricos de los Sanfermines destaca el Riau-Riau. Todas las tardes del día 6 de julio, la muchedumbre acompañaba a la Corporación Municipal desde el Ayuntamiento hasta la Iglesia de San Lorenzo, donde se celebraba (y se sigue celebrando) la Misa de Vísperas. Más que acompañar, la intención del Riau-Riau era entorpecer el paso de la corporación, y esto se hacía entonando a base de “riau-riaus” el Vals de Astráin mientras se bloqueaba la vía caminando de forma pausada. El origen de esta tradición tiene lugar en 1914, cuando Ignacio Beleztena la llevó a cabo por iniciativa propia para molestar a una corporación ajena a sus ideas políticas. Considerado entre gamberrada y tradición, en 1991 fue prohibido por las continuas molestias que llegaba a causar. Actualmente se mantiene viva en mucha menor medida como actividad al margen del programa oficial, y sin molestar el paso de nadie.

Por lo demás, las fiestas de San Fermín discurren sin descanso hasta el día 14 de julio en medio de un programa plagado de diferentes actos entre los que destacan fuegos artificiales, conciertos y toda clase de eventos para todas las edades. La juerga es continua, las calles se llenan de gente y en los parques comer, beben y duermen una gran mayoría de aquellos que se acercan a Pamplona para disfrutar de una de las fiestas más famosas del mundo.

Los típicos pañuelos rojos de los Sanfermines
Los típicos pañuelos rojos de los Sanfermines. | Shutterstock

El día 14 de julio es un día de despedidas. Por la mañana se despiden los gigantes, por la tarde las peñas y al caer la noche la multitud venida desde toda España y el extranjero se agolpa en la Plaza del Ayuntamiento para cantar el Pobre de Mí, himno popular que cierra oficialmente las fiestas de San Fermín y cuya famosa letra dice: “Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín”. Desde hace pocos años, tras el cierre de fiestas, mucha gente acude hasta la Iglesia de San Lorenzo para dejar su pañuelo y una vela en la verja como parte de una costumbre que empieza a convertirse en la última de las tradiciones de los Sanfermines.

Los Sanfermines se han convertido en una de las fiestas más reconocidas del mundo. Su modelo se ha llegado a imitar en numerosas localidades dentro y fuera de España. En Estados Unidos, por ejemplo, la fiesta es especialmente popular y ha sido modelo de inspiración para eventos como el Dewey Beach Running of the Bulls en Delaware o, sobre todo, los Sanfermines de New Orleans.