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Atienza / La Caballada

La Caballada

Desde hace más de ocho siglos, la Cofradía de la Santísima Trinidad conmemora el acontecimiento histórico más importante vivido en Atienza

Cada Domingo de Pentecostés, cientos de caballeros recorren las calles de esta villa medieval para celebrar la Huida del rey niño Alfonso VIII cuando era perseguido por su tío Fernando II de León. Sus más de 800 años de antigüedad convierten a la Caballada en una de las tradiciones más veteranas de España.

Los orígenes de esta fiesta de La Caballada en Atienza se remontan a la segunda mitad del siglo XII. En 1158 muere Sancho II y su hijo Alfonso hereda la corona de Castilla siendo un niño. El testamento del monarca fallecido otorgaba la tutoría del sucesor a la noble familia de los Castro, lo que desató una lucha entre ésta y los Lara, que se apoderaron por la fuerza del joven Rey. Pidieron los primeros ayuda a Fernando II de León, quien pretendía la tutoría de su sobrino Alfonso para agregarse así el reino de Castilla. Dado el peligro de la situación, raptor y secuestrado huyen de Soria, refugiándose en la fortificada villa de Atienza. No tardará la plaza en sufrir el asedio de las tropas del rey leonés, que no habían contado con la astucia de la cofradía de arrieros. Dispuestos a emprender uno de sus largos viajes, la madrugada del domingo de Pentecostés de 1162, una larga comitiva de recueros, con el rey niño escondido bajo el capote de uno de ellos, salía por una de las puertas de la muralla.

Al llegar a la altura de la Ermita, notan la presencia de las huestes leonesas y mientras unos simulan una romería, los de caballerías más rápidas escapan hacia Segovia en una huida que duró siete jornadas. Desde entonces, los miembros de la Cofradía de la Santísima Trinidad, heredera de la antigua cofradía de arrieros, recuerdan la hazaña con una curiosa romería cargada de tradición.

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En la tarde de la víspera de la Caballada, los hermanos cofrades se dirigen a pie hasta la Ermita de la Virgen de la Estrella. Tres mujeres visten a la Virgen mientras en las inmediaciones de la ermita, los hermanos cortan el mayo, ramo adornado con frutos que plantarán tras los actos religiosos del día siguiente.

A continuación, celebran una cena cuyo plato principal son las siete tortillas de vigilia, que rememoran las siete jornadas que emplearon los arrieros en trasladar a su Rey de Atienza hasta Segovia.

la caballada, Atienza / La Caballada

A las diez de la mañana del día siguiente, los hermanos de la Cofradía de la Caballada se citan en la Casa del Prioste. Chaquetillas oscuras con bordados en solapas, capa negra de vuelo y sombrero de ala ancha componen el vestuario de los asistentes que, a lomos de sus corceles y al son de las dulzainas y tamboriles, se dirigen en busca del abad para, una vez incorporado éste, perderse por las calles y caminos de Atienza en dirección a la ermita. A la orden de “Señores hermanos, pie a tierra”, bajan los cofrades de sus caballerías y, tras subastar las andas de la Virgen (imagen barroca con el Niño en brazos), dará comienzo la procesión. Luego de la misa y la subasta de las roscas del mayo, una jota castellana protagonizada por los herederos de los arrieros anuncia el fin del acto religioso. Le sigue a ésta una comida campestre disfrutada por los cofrades en un apartado de la ermita. Locales y visitantes tendrán que conformarse con ocupar, para tal evento, las laderas del cerro.

Volviendo por el mismo itinerario de la mañana, la comitiva regresa a la villa y se dirige al Camino de las Cuevas (en la carretera hacia Cogolludo), donde los más atrevidos jinetes protagonizarán unas vistosas carreras de caballos que harán el deleite de todos los asistentes. Para finalizar tan festiva jornada, los cofrades se dirigen de nuevo a la Casa del Prioste, donde se les obsequiará con el tradicional trago de vino en porrón.

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la caballada, Atienza / La Caballada

Ubicado en la Iglesia románica de la Santísima Trinidad se halla el Museo de la Caballada, donde se exponen fotografías, vestimentas y objetos relacionados con la fiesta y su celebración. En la sacristía del templo se guarda una colección de pergaminos con ordenanzas y privilegios pertenecientes a la Cofradía.