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Tarazona / El Cipotegato

Cipotegato

El Cipotegato es el encargado de abrir las fiestas de Tarazona en honor a San Atilano siendo el objetivo principal de una popular batalla campal a tomatazos

Con más de trescientos años de antigüedad documentados, los orígenes del Cipotegato son tan inciertos como otras populares fiestas de España. Circulan historias sobre monarcas que arrojan un tomate a la cara de su bufón obligando a éste a cubrirse con una máscara, otras versiones cuentan cómo cada año un preso de la cárcel podía ganar su libertad si lograba cruzar la plaza atestada de turiasonenses armados con piedras y otros objetos arrojadizos. Lo seguro es que, hace siglos, el Cipotegato acompañaba a la procesión del Corpus Christi persiguiendo a los niños para impedir que éstos entorpeciesen los actos litúrgicos.

A finales del siglo XVIII un acta del Cabildo catedralicio prohíbe la salida del “Pellexo de Gato” desvinculando, se supone, su figura de la autoridad religiosa. La siguiente noticia documentada se tiene a principios del siglo XX, cuando el Ayuntamiento de Tarazona ofrece una paga a quien haga de Cipotegato, figura ya vinculada a las fiestas de San Atilano. El personaje no gozaba entonces de ningún respeto pese a que conforme avanzasen los años fuese ganando en distinción.

Es tras la Guerra Civil de España cuando el orden se invierte y los niños comienzan a perseguir al Cipotegato arrojándole verduras sobrantes del mercado de la plaza. La fiesta del Cipotegato actual cobra vida a partir de la década de los setenta, cuando el Cipotegato es ya una institución en Tarazona y representarlo un auténtico privilegio no al alcance de cualquiera.

cipotegato, Tarazona / El Cipotegato
El Cipotegato corriendo junto a los Gigantes, ca 1950

El día 27 de agosto a mediodía, la plaza Mayor de Tarazona es invadida por una multitud expectante venida desde toda España; esta, armada con varias toneladas de tomates, espera la llegada de un curioso personaje enmascarado, vestido de arlequín con tonos verdes, amarillos y rojos, que porta en su mano una pequeña vara a la que va unida una bolita.

Es el Cipotegato, el máximo representante de las fiestas turiasonenses y todo un emblema para la propia ciudad. A las doce en punto, tras el toque de campanas, las puertas del Ayuntamiento se abren y el Cipotegato, custodiado por sus amigos, se adentra en una marea humana que lo recibe a tomatazos. Su cometido es sobrevivir a una carrera de un kilómetro de distancia cuyo itinerario él mismo elige.

El cometido de los asistentes es acribillarlo a tomatazos. Si lo logra, el Cipotegato sube a lo alto de la estatua que en su honor se erige frente al ayuntamiento y ahí arriba es aclamado por la multitud que, posteriormente, lo devuelve a hombros a la casa consistorial. Toda la escena discurre en medio de un ambiente puramente festivo que deriva en una auténtica batalla campal entre los asistentes. Al concluir esta, el suelo de las principales calles de Tarazona se tiñe de rojo tomate y sus vecinos se dejan ver cubiertos de restos de hortalizas mientras la música comienza a sonar al ritmo de las charangas; las fiestas de San Atilano han comenzado y durarán hasta el próximo día 1 de septiembre.

cipotegato, Tarazona / El Cipotegato
Lugareños y visitantes tirando tomates al Cipotegato

La figura del Cipotegato, anteriormente denostada, es hoy todo un símbolo institucionalizado. Representarlo se considera en Tarazona un auténtico honor y, debido a la inmensa cantidad de solicitudes, el papel se otorga por sorteo cada año. La identidad del Cipotegato es secreta y solamente se desvela tras su actuación. Tradicionalmente, y sin que hubiese restricciones al uso, siempre habían sido hombres los que se metiesen en su piel. Hasta 2011, que por vez primera fue una mujer la encargada de vestir su traje.

La fiesta del Cipotegato ha sido declarada de Interés Turístico Nacional por su historia, por la evolución de su principal personaje, por lo que este representa y, evidentemente, por ser una de las fiestas aragonesas más reconocidas, multitudinarias y divertidas.